Como les decía, viajar en tren puede ser una experiencia exquisita. A veces por lo fecundas que suelen ser las escenas que uno observa o aquellas en las que participa.
Imaginen esta situación: Retiro, andén I. Tren anunciado a las 16.13hs. hacia Tigre. Son las 16.15hs. y el tren aún no llegó. La gente se agolpa en las líneas que indican la entrada al vagón que está por venir. Llega el tren. Abren las puertas y entra el malón desesperado en busca de un asiento donde descansar su "no tan leve ser". Yo encuentro el mío... y ya comienzo a disfrutar mis treinta minutos de vuelo, cuando veo una mujer con su hija de unos siete añitos, ambas paradas. Inmediatamente recordé mi último viaje en tren con mis dos hijos, de tres y cuatro años respectivamente, en el cual nadie de los que vieron los malabares que yo hacía para sostenerme en pié con ambos, uno a cada lado, ofreció su sitio para aliviar mi esfuerzo y cuidar a los niños, nuestro futuro según dicen. El tren aún no había arrancado y me apresuré a ceder mi asiento a la niña.
Su madre, entre agradecida e indignada rechazó mi ofrecimiento y comenzó con una declamación dirigida al ejemplar masculino que estaba sentado enfrente de mi. “Ya no hay respeto! Ni a los niños, ni a las embarazadas ni a los ancianos les dan el asiento!”. El hombre, sabiéndose aludido y mirando por la ventana dijo “ahí tiene otro tren vacío”. Ella contestó “si, pero yo hice cola para este tren”. “Y yo también” retrucó él. Si la cosa hubiera terminado allí no me hubiera inspirado estas líneas. Pero el agregó, mirándola fijo, “igualdad de derechos, señora”.
Tuve que salir a lucir mis dotes de mediadora y calmar la ira de la mujer que, perpleja ante semejante afirmación, se lo quería comer en pedacitos. Mientras tanto, su hija miraba con la inocente sospecha de que algo tenía que ver en esto y bajaba la vista… vergüenza por él, vergüenza por ella, vergüenza por sí misma… dá igual. Lo que es una vergüenza es que haya tenido que ser objeto de tan desamorado sujeto que, cabe suponer, no tenía hijos.
Cuando todo volvió en calma comencé a pensar ¿Qué habría querido decir este hombre con “igualdad de derechos”. ¿Qué entiende la gente cuando alude a tan importante logro de la civilización?. ¿Qué enseñan los que enseñan respecto de esto?.
Está claro que este hombre, como se dice vulgarmente, orinó fuera del tarro…
Pero lo más terrible es que su orín cayó sobre todos nosotros, mostrándonos una escena que se repite cada día y que taladra el “respeto” por la condición ajena y empobrece la visión de “los derechos”, al emparentarlos a la esfera de egoísmo más primitiva de la especie humana.
Mientras yo pensaba esto, circulaba por el vagón un ciego… que aunque parezca obvio, vendía hebillas invisibles para el pelo.
Datos personales
- Cynthia Borgnia
- Soy mujer, madre, mediadora, abogada, fotógrafa o restauradora... Soy proyecto y anhelos. Soy proceso, tránsito y expectativa. Y, en tren de explicarme y encontrar la relación entre la mediación, la fotografía y el derecho, comparto una reflexión que tiene que ver con mi recorrido y que alguna vez asaltó mi pensamiento. Comencé estudiando derecho, adentrándome en el mundo del "deber ser" (tal como es presentado). En ese universo, me distraje con la filosofía... es mucho más seductor invertir esfuerzos en develar los misterios del "ser" y atorarse en ellos. La fotografía me llegó más tarde, cuando comprendí ¿? que sólo hay lo que hubo, el esto "ha sido" de Barthes, y sobre eso nuestra capacidad de resignificarlo para incidir, de alguna manera, en "lo que será". Y fluyo permanentemente entre los distintos tiempos y perspectivas que me ofrecen todas esas disciplinas a la vez. La mediación es una síntesis de todas ellas en mí. Es un espacio en el cual invito a explorarlas todas, poniendo a disposición de mis compañeros de viaje circunstanciales lo que ellas me aportaron a mi... y allí voy también. Pero todo, absolutamente todo ello, tiene un único objetivo común: EL ENCUENTRO.
1 comentario:
Hola Cynthia:
Me hiciste acordar a la película "Jude", en la cual una pareja con varios hijos no consigue albergue, etc. Uno de los niños, conciente de ese problema, se ahorca y deja una nota a los padres "Uno menos" (no son las palabras exactas, pero sí la idea).
Molestan. Las mujeres con hijos, los ancianos, los rengos, los ciegos. Mo-les-tan.
Yo uso pase para viaja en colectivo. lo uso con culpa. Es reglaque cuando paso, alguien mira a ver dónde está la "causa" ;-) de la falta de pago. El transporte en general es un microcosmos transparente donde nos reflejamos con matices que muchas veces no queremos ver. Excelente post, siempre te leo. Saludos, OSCAR.
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